Vanillaware es un estudio que nos ha dejado auténticos juegazos y que ha hecho de su particular y precioso estilo artístico su seña de identidad. A estas alturas y tras haber disfrutado de obras como Odin’s Sphere, Muramasa: The Demon Blade o Dragon’s Crown, todo lo que lleve su sello tiene automáticamente toda nuestra atención, ya que han sabido demostrarnos que más allá de esas increíbles ilustraciones realizadas y animadas a mano, suelen esconderse títulos de una calidad incuestionable, buenas historias y multitud de horas de diversión.
Y aun así, a pesar de habernos acostumbrado a esperar siempre lo mejor de todas sus producciones, 13 Sentinels: Aegis Rim nos ha dejado completamente alucinados. Una obra muy diferente a todo lo que venían haciendo hasta ahora, pero que, al mismo tiempo, supone un salto de gigante respecto a sus anteriores trabajos, hasta el punto de haberse convertido en uno de nuestros juegos favoritos de toda la generación. Sí, sabemos que lo que estamos afirmando son palabras mayores, pero creednos, se trata de un viaje único e irrepetible que demuestra por todo lo alto la fuerza que tienen los videojuegos para narrar historias y hacernos partícipes de ellas.
El poder de la narrativa
Así pues, nos encontramos con un título que podríamos definir como una especie de novela visual interactiva con combates de estrategia híbridos al más puro estilo tower defense que pone su foco en su historia y narrativa. En él nos cuentan cómo un grupo de trece estudiantes de instituto debe hacer frente a una invasión de kaijus (monstruos gigantes) que amenaza con exterminar a la humanidad, una misión que les llevará a pilotar unos robots gigantes equipados con todo tipo de devastadoras armas.
Esta premisa argumental tan poco original sirve como punto de partida para contarnos una de las mejores historias que hemos visto nunca en videojuego alguno. George Kamitani ha escrito un guion que coge todos los tópicos imaginables de la ciencia ficción, como los viajes temporales, los mundos paralelos, los androides o los alienígenas, y les da varias vueltas de tuerca para hacer algo nuevo y diferente con ellos. Sumadle la magistral forma en la que se combinan todos estos elementos para que nunca desentonen, el carisma que desprenden todos sus personajes y la cantidad de inesperados giros de la que hace gala, y tendréis una compleja trama de las que dejan huella.
Pero lo que hace realmente grande a 13 Sentinels no es tanto su historia (que también) como la forma en la que está contada. Aquí la narración se divide en trece tramas interconectadas que podemos jugar en el orden que queramos, aunque existen algunos bloqueos en varias de ellas que nos impedirán progresar a menos que cumplamos ciertos requisitos. Como podréis suponer, estos relatos se corresponden con cada uno de sus protagonistas, permitiéndonos ver todo lo que se sucede desde sus diferentes puntos de vista y descubrir detalles del guion que de otro modo nunca conoceríamos.
Evidentemente, la narrativa siempre juega al despiste y nunca se nos dice de forma clara en qué puntos de la cronología se sitúan las escenas que vemos ni lo que está ocurriendo, lo que se traduce en unas primeras horas muy confusas y en las que nada parece tener sentido. Eso sí, os podemos asegurar que os atrapará desde el mismísimo principio, pues plantea tan bien sus misterios y el ritmo de sus revelaciones que siempre querréis seguir jugando para saber más.
De hecho, el proceso de recomponer el gigantesco puzle que es su historia con las piezas que nos van dando resulta increíblemente satisfactorio, ya que siempre nos están dando pistas sobre las revelaciones que se harán a posteriori, aunque se hace de forma tan sutil y natural que raras veces las veremos antes de que nos las expliquen explícitamente con algunos de sus innumerables giros. Es una de esas historias que te hacen creer lo que sus guionistas quieren que creas y que sabe desviar tu atención de lo que realmente importa a pesar de tenerlo delante de tus narices, consiguiendo que rara vez pasen más de diez minutos sin que nos dejen con “el culo torcido” con algún giro que desmonte por completo todas las teorías que teníamos y nos hagan replantearnos nuevamente las cosas.
No vamos a negar lo muchísimo que nos ha sorprendido lo estudiado que está todo y lo coherente que es su enrevesado guion a pesar de la forma en la que se ha estructurado, pues al final todo encaja, tiene sentido y responde a una lógica bien justificada que no deja cabos sueltos ni agujeros de ningún tipo.
Pero, sin duda, lo que nos parece todo un logro de su narrativa es que esta funciona precisamente por el poder de elección que tenemos como jugadores para descubrir su historia en el orden que nosotros decidamos. Al poder escoger qué tramas jugar y tener la posibilidad de saltar de una a otra a placer según lo que nos interese conocer en cada momento, se crea una narración que únicamente es posible en un videojuego y que se desmoronaría a pedazos en cualquier otro medio. Lo mejor de todo es que da lo mismo el orden que escojáis, ya que el guion funciona igual de bien en todas direcciones y nunca va a dejar de sorprenderos con sus innumerables giros, rompiendo por completo esa linealidad que suelen imponernos otras producciones a la hora de contarnos algo y haciendo de la nueva obra de Vanillaware una experiencia única y ambiciosa que dudamos que se vuelva a repetir en mucho tiempo.
Una preciosa novela visual interactiva
En lo que respecta a la parte jugable de estos momentos enfocados en la historia, no tenemos demasiado que comentar, ya que no deja de ser, en esencia, una novela visual con una presentación de lujo en la que podemos mover a los protagonistas por los escenarios e interactuar con el entorno mientras memorizamos palabras sobre las que podemos reflexionar o usar con otros elementos y personajes para así desencadenar nuevos eventos. Hay algún que otro pequeño puzle y varias secuencias con diversas ramificaciones (todas ellas canónicas y obligatorias, pues solo existe una única ruta argumental) que nos llevarán a descubrir unas cosas u otras, pero no esperéis ningún tipo de desafío ni nada demasiado “jugable”, ya que aquí lo que importa es disfrutar de su guion y su narrativa, capaces de mantener por sí solos todo el peso del juego.
La batalla final
La otra cara de la moneda la tenemos en sus batallas, donde controlaremos hasta un máximo de seis mechas en unos enfrentamientos que mezclan estrategia en tiempo real con turnos mientras abatimos cientos de kaijus y defendemos un terminal. Si el punto que tenemos que proteger es destruido o muere uno de nuestros personajes, fracasaremos la misión y nos tocará empezar de nuevo.
Sus mecánicas son muy sencillas de entender, ya que todo se desarrolla en tiempo real menos cuando escogemos las órdenes que queremos dar a nuestro escuadrón, momento en el que todo se pausa para que decidamos nuestros siguiente movimiento. Por supuesto, una vez actúen nuestros robots necesitarán unos segundos de espera para poder volver a hacer algo, obligándonos a gestionar muy bien no solo lo que hacemos, sino también cuándo, pues muchas veces conviene esperar unos instantes a que se junten en un punto muchos rivales antes de desatar nuestra ofensiva.
A esto tenéis que sumarle que existen diferentes tipos de mechas, que cada piloto tiene sus propias peculiaridades y que son totalmente personalizables, pudiendo escoger sus armas y mejoras para dejarlos a nuestro gusto, dejándonos con un sistema de combate y progresión lo suficientemente profundo como para que podamos desarrollar todo tipo de estrategias. Evidentemente, también existe una buena variedad de rivales y nos tocará tener en cuenta sus características, pues no es lo mismo hacer frente a kaijus voladores que a uno terrestre acorazado.
Quizá a nivel visual no sean muy estimulantes, ya que tienen una presentación muy minimalista, pero os podemos asegurar que son muy divertidas e incluso frenéticas, con cientos de enemigos atacándonos desde todas direcciones mientras desatamos ataques que hacen gala de un poder descomunal y que llenan la pantalla de explosiones, captando de forma muy acertada la sensación de estar librando una lucha desesperada por salvar a la humanidad de su extinción, algo que llega a unos niveles descomunales de épica e intensidad en su misión final.
Sin embargo, a pesar de lo bien que nos lo hemos pasado luchando, hay varios detalles que hacen que se trate de la parte “menos buena” e importante de la aventura, algo que queda claro cuando nos damos cuenta que apenas pasaremos cinco horas combatiendo de las 40 que dura la historia principal. Por un lado tenemos la dificultad, muy baja incluso en difícil, aunque esto es algo que mejora en el postgame, mientras que el otro punto negativo lo tenemos en lo poquísimo que evolucionan estos enfrentamientos a lo largo del juego.
Por lo general, casi todas las misiones consisten en aguantar dos minutos defendiendo un punto o en eliminar a todos los kaijus antes de que se cumpla ese tiempo y lo único que aporta un mínimo de variedad son los nuevos enemigos que nos van presentando. Por desgracia, llega un momento en el que estos nuevos rivales pasan a ser simplemente versiones recoloreadas y más fuertes de los que ya conocemos, por lo que se echa en falta algo más de diversidad y creatividad a la hora de plantear cada pantalla, una regla que solo se consigue romper en los niveles en los que debemos hacer frente a algún jefe.
Al final, las batallas se acaban sintiendo como una parte relativamente anecdótica del juego y están planteadas para que, si no nos gustan, podamos ponerlas en fácil para superarlas con los ojos cerrados y no nos impidan disfrutar de la historia, la auténtica razón de ser de esta producción. Como decimos, a nosotros nos han gustado y nos han dejado muy buenos momentos, pero les falta ese puntito de brillantez para terminar de ser absolutamente redondas.
El arte de Vanillaware
Por supuesto, otro aspecto en el que sobresale lo tenemos en su apartado audiovisual, simplemente increíble. Como en anteriores producciones del estudio, se ha vuelto a apostar por unos gráficos realizados y animados con bellísimas ilustraciones hechas a mano, tanto para los fondos como para los personajes, y el resultado difícilmente podría ser mejor y más satisfactorio. Todo rebosa un nivel de detalle y mimo sin igual y la línea artística que se ha seguido desprende muchísima personalidad y buen hacer, hasta el punto de haberse convertido en el juego más bonito de todos los que ha hecho Vanillaware hasta la fecha, lo que no es decir precisamente poco.
Eso sí, todo lo que hemos comentado es refiriéndonos siempre a las secciones de aventura, ya que las batallas hacen gala de un aspecto visual muy minimalista, presentándonos el escenario, los enemigos y nuestras propias unidades como si de un holograma de un mapa de guerra se tratase, y aunque resulta muy espectacular verlo todo lleno de enemigos y lanzar ataques que afectan a todo el mapa, al final lo único que acabaremos viendo serán muchos puntos y números y poco o nada del arte habitual del estudio, así que no esperéis recrearos viendo cómo vuestros mechas machacan a los kaijus.
Finalmente, el sonido nos deja con una banda sonora sobresaliente compuesta por Hitoshi Sakimoto que no tiene desperdicio alguno, siendo uno de los mejores trabajos que ha realizado en toda su dilatada carrera. La variedad de composiciones es enorme, todos ellos se adaptan como un guante a lo que ocurre en pantalla y varios de los temas de batalla se encuentran ya entre nuestros favoritos de toda la generación, regalándonos momentos que nos han puesto los pelos de punta solo por el sonido. Los efectos también están a un gran nivel y el doblaje nos llega en japonés e inglés, aunque este último debe descargarse con una actualización. En nuestro caso solo hemos podido jugar con las voces niponas, ya que las anglosajonas no están disponibles todavía, y difícilmente nos podrían haber parecido mejores, con multitud de actores muy conocidos del mundo del anime que nos regalan algunas de sus mejores actuaciones.
Pero lo mejor, sin duda, es que nos llega con textos en español. Y ojo, ya que la traducción es una auténtica pasada, con expresiones y coloquialismos muy bien adaptados a nuestra lengua que buscan en todo momento respetar lo máximo posible el guion japonés original. Tanto es así que en la sección de documentos secretos nos explican la terminología japonesa de determinadas palabras y expresiones para que entendamos bien lo que se quería decir con ellas en la versión japonesa y podamos comprender cómo se han adaptado a nuestra lengua. Una pasada y todo un ejemplo a seguir.
Conclusiones
13 Sentinels: Aegis Rim es, sin lugar a dudas, el mejor juego que jamás ha hecho Vanillaware y uno de los que más nos han gustado de toda esta generación que ya está a punto de terminar. Una obra con una narrativa tan única y ambiciosa que dudamos que se vuelva a repetir algo similar en mucho tiempo, demostrando el poder que tienen los videojuegos para contar buenas y sorprendentes historias. Si te atrae mínimamente lo que propone y tienes ganas de sumergirte en una epopeya de ciencia ficción que te dejará con la boca abierta cada cinco minutos con infinidad de giros coherentes y bien planteados que nunca te viste venir, no lo dudes y hazte con él.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Koch Media.